EDUCACIÓN BÁSICA

El respeto:
El dueño debe ganarse el respeto del animal desde el momento que éste entra en su casa. El respeto debe ser mutuo, puesto que el dueño también debe considerar al perro sin abusar de su superioridad. Todo aquello que se le permita hacer al principio será más difícil de rectificar más adelante, ya que el perro lo habrá relacionado como correcto y cada vez acentuará más las malas costumbres. Por eso es aconsejable educarlos lo antes posible.


Nuestro perro a buen seguro será más feliz si sabe que le tratamos como a un perro, y más si conoce cuál es su puesto dentro de la jerarquía que compone su manada, sin tener que verse en la obligación de competir continuamente con nosotros para mantener ciertos privilegios que a buen seguro no le corresponden, un adiestramiento especial sera la seguridad de su mascota.

2) La llegada al nuevo hogar:

Es un momento fundamental. El perro seguramente haya llegado en coche, con lo que es muy probable que esté mareado. Además, es muy probable que se encuentre nervioso y sentirá miedo. Es normal, pues todo le resulta extraño. Debemos hablarle cariñosamente y de forma muy suave, dejando que se familiarice con su nuevo hogar; no debemos cansarle en exceso y dejemos que duerma todo lo que quiera. Si hay niños en la familia habrá que hablar con ellos y explicarles que deben tratar al perro con mucha suavidad, sin atosigarlos, sin marearlos. Hay que explicarlos que lo que ha llegado a casa es un ser vivo y no un juguete.

Pasados unos dos días, nuestro perro ya se habrá familiarizado con su nuevo hogar. Cuando observemos que nuestro perro ha dejado de tener miedo y ya está totalmente acostumbrado a nosotros, es el momento de llevarlo a conocer caras y ambientes nuevos.

3) Lugar para dormir:

Nuestro perro necesitará una manta o un cojín para dormir que colocaremos en un lugar especial para ellos, donde puedan retirarse cuando estén cansados y quieran dormir. Su rincón debe estar protegido de las corrientes de aire, sintiéndose seguro y sin la posibilidad de ser molestado. Cuando le castiguemos por algo, no debemos nunca llevarle a su rincón, pues entonces interpretaría que es un lugar de castigo y no se sentiría entonces protegido.

4) Elección de su nombre:

El nombre debe ser corto, fácil de memorizar y fonéticamente agradable: pensemos que vamos a tener que pronunciarlo muchas veces a lo largo del día. Debemos repetírselo constantemente. Pronto comprenderá que cuando pronunciamos su nombre nos estamos refiriendo a él.


5) Juguetes:

Para evitar en lo posible que nuestro perro nos destroce la casa mordiendo las sillas, arañando las paredes o royendo el sofá, es imprescindible que le compremos juguetes para que pueda masticar. En las tiendas especializadas hay infinidad de juguetes diseñados para ellos (huesos de cuero, pelotas de goma, mordedores etc). Un juguete puede ser cualquier cosa que no sea tóxica, no se astille ni haga daño, por ejemplo, un calcetín viejo rellenado con otros calcetines viejos. Los juguetes deben ser siempre suficientemente grandes para que el perro no pueda tragarlos y han de retirarse antes de que se rompan en trozos pequeños. Tenemos que evitar comprarle juguetes con silbatos o cascabeles, pues podrían desprenderse y nuestro perro se los podría tragar.

6) El juego:

El juego con el cachorro, primero, y con el perro, más tarde, constituye un momento de alegría tanto para él como para sus compañeros. Acostumbrar a nuestro amigo a ser alegre da la posibilidad, en el momento oportuno, de hacerle adoptar actitudes abiertas y sociables tanto en la familia como fuera del ambiente habitual. El juego es además uno de los refuerzos más naturales en la comunicación amo-perro. Es algo que debe existir desde que el perro entra en casa. Ahora bien, jugar con el perro no significa que sea cuerpo a cuerpo, ni dejándole morder constantemente, ni provocándole para que muerda, ya que estaríamos estimulando su agresividad y es una mala costumbre difícil de controlar. Se debe jugar a través de un objeto: pelota, juguete de goma o cualquier otro enser que no le pueda dañar. La pelota o juguete empleado como recompensa sólo debe utilizarse cuando vayamos a trabajar con el animal. Al finalizar la sesión se debe guardar el objeto, y no dejar que juegue con él libremente, así el perro tendrá más ganas de jugar la próxima vez que lo vea.


7) Premios y castigos:

Los premios son fundamentales para ir educando de forma positiva a nuestro animal. Premiaremos a nuestro perro cuando haya aprendido algún ejercicio o realice algo que nosotros pretendíamos; así él verá recompensados sus esfuerzos.

El premio puede consistir en un juguete o un alimento. Ahora bien, el objetivo es que nuestro perro sea premiado simplemente con un “Muy bien”. Así, si bien empezaremos utilizando un alimento o un juguete, siempre a la vez que se le ofrece el premio se dirá: “Muy bien”, de forma muy efusiva. Poco a poco iremos retirando el premio para dejar sólo el “Muy bien”. Aunque conviene de vez en cuando dar algún premio para reforzar lo ya aprendido.

Tanto los premios, como los castigos, deben darse en el momento. Si esperáramos unos minutos perderían su efecto.
Respecto a los castigos y felicitaciones, suele suceder que cuando un miembro de la familia ha reñido al perro por un comportamiento indeseado, otro lo disculpe y proteja seguidamente. Esto, además de confundir al animal, ya que se le castiga y se le premia a la vez, es un tema de discusiones familiares.

Si el perro no aprende las cosas con rapidez, no hay que ponerse nervioso ni dejarse llevar por la ira. Con un comportamiento así se corre el riesgo de que el perro rechace las lecciones y olvide lo que ha aprendido.


8) Enseñarle a ser limpio:

Los perros adultos no suelen dar problemas a la hora de hacer sus necesidades, pero por si se nos diera el caso deberemos proceder igual que haríamos con un cachorro:

Cuando está aprendiendo a ser limpio, lo primero que debemos hacer cada nuevo día es sacarlo a la calle al levantarnos, y lo último volver a bajarlo antes de acostarnos, dando así por terminado el ciclo cotidiano. Si observamos que empieza a dar vueltas o se dirige a la puerta con ansiedad, bajémosle a pasear pues seguramente nos está avisando de que tiene la necesidad de salir

Nunca se debe castigar al perro metiéndole la nariz en sus propios excrementos pues lo único que conseguiríamos es que pensase que queremos que se las coma o que se revuelque en ellos.

Conviene limpiar los excrementos cuando no esté presente y eliminar los olores; si no, el perro tenderá a hacer sus necesidades allí donde huela el rastro

9) Enseñarle a caminar adecuadamente:

Cuando nuestro perro esté familiarizado con su nueva familia y su nuevo entorno es el momento de enseñarle a caminar adecuadamente, sin tirones y siguiendo nuestro paso. El sitio elegido deberá ser tranquilo. Para tener más control sobre nuestro perro, debería ir siempre a nuestra izquierda y nosotros tomaremos la cadena con la mano derecha y sujetándola con la otra. Cuando nuestro perro se pare o se adelante más de lo que queramos consentir, entonces nos detendremos dándole un suave tirón. Si por el contrario lo hiciéramos bruscamente, sólo conseguiríamos que tirara aún más fuerte. Seguidamente volveremos a andar con el perro a nuestro lado y repetiremos la misma operación las veces que sea necesario, hasta que al fin aprenda el ejercicio. Es aconsejable ordenarle que se siente cuando estemos parados, porque al cabo del tiempo lo hará automáticamente, formando parte de su educación. Cuando logremos que camine correctamente, deberemos felicitarle y acariciarle con gran entusiasmo.

14) Saber quedarse solo:

Deberíamos empezar a dejar a nuestro perro solo a partir del segundo día de adquirirlo. Cuando más esperemos, peor será el resultado y más difícil resultará separarnos de él. El primer día que le dejemos solo lo haremos por un corto período de tiempo y, si una vez que hubiéramos salido le oyéramos lloriquear, no caigamos en el error de volver a entrar a consolarlo; se lo aprendería. Podemos dejarle alguna pequeña luz encendida o una radio en funcionamiento, para que no se sienta tan solo. Es aconsejable dejarle (no darle) algún juguete o un hueso para masticar; así estará entretenido y se olvidará de nuestra ausencia, evitando alguna sorpresa desagradable al regreso. Cuando se de cuenta de que cada vez que nos vamos terminamos volviendo, lo más normal es que observemos, transcurridos unos días, que se ha pasado el rato durmiendo durante el tiempo que hemos permanecido ausentes.

Si el perro insiste en el llanto no dude en abrir la puerta y decir enérgicamente “No”, cerrando de inmediato. La sorpresa del perro hace que cese su actitud y probablemente se mantendrá en silencio. Cuando el perro se calme y deje de ladrar o aullar es cuando se debe entrar en la habitación.

Es importante que el perro vea la ausencia del dueño como algo natural. Para ello evitaremos despedirnos de él cuando nos vamos, y saludarle de forma inmediata cuando lleguemos.

15) Acostumbrarle a no pedir comida:

Desde una edad muy temprana, cuando el perro observe que vamos a comer, intentará mendigar para ver si cae un trozo de comida poniendo cara de pena, lloriqueando, dándonos golpes con la pata o utilizando cualquier artimaña. Hay que ser muy tajante en este aspecto y no debemos ceder nunca, evitando darle algo mientras estemos sentados comiendo, por pequeño que sea. Impidamos que en un futuro nuestro perro moleste, ya sea a posibles invitados o a nosotros mismos. El perro sólo debe comer en su plato y a sus horas. Los únicos “extras” que le daremos serán sus premios, y siempre, tras haber realizado una orden que le hayamos previamente dado. En los casos en que tengamos que medicar a nuestro perro es recomendable darle algo muy suculento mezclado con la medicación. Incluso en estos casos, antes de dárselo le daremos una orden cualquiera, por ejemplo, “sienta”. El perro debe saber que para comer tiene que ganárselo.

16) Enseñarle a no subirse a los muebles:

La primera norma es nunca coger al perro y sentarle junto a nosotros en el sofá. Si nunca ha tenido el placer de subirse al sofá o a la cama, no sufrirá por esta prohibición. Si le dejamos subir, pensando que será una sola vez, confundiremos enormemente a nuestro perro. Él no entiende por qué cuando llega con las patas mojadas de la calle no puede subirse, y por qué en otras ocasiones le dejamos sin reprocharle absolutamente nada.

Cuando le sorprendamos encima de algún mueble, debemos hacerle bajar para regañarle a continuación. Seguramente no volverá a subirse mientras nosotros estemos presentes, pero si sospechamos que se sube al sofá o a la cama cuando nosotros no estamos, tendremos que recurrir a productos repelentes de venta en tiendas especializadas. También se pueden poner durante un tiempo plásticos que hagan mucho ruido y que le resulten desagradables. Otro método que se usa si los anteriores no dieron resultado, es llenar una lata con tornillos y atarle un cordón. Se deja la lata encima del sillón y cuando el perro piense que está solo y se suba tiraremos del cordón para que la lata caiga al suelo. El estrépito le mantendrá alejado del sillón

18) Cómo evitar que ladre descontroladamente:

El ladrido es algo natural en el perro, es su forma de comunicación .Él quiere ser nuestro guardián y hay que permitírselo en determinados momentos, como cuando llaman a la puerta o se produce un sonido desconocido. Debería aprender a dejar de ladrar una vez ya haya dado la alarma; con un “basta” tiene que entender que su actuación ha finalizado.

En muchos casos el perro ha aprendido a utilizar el ladrido como truco para conseguir lo que quiere. El perro relaciona el ladrido con una recompensa: ir a pasear, comer, libertad etc. Por supuesto en ningún caso se debe acceder a sus peticiones por este método. Primero, quizá sea molesto aguantar su insistencia, es decir, sus ladridos, pero una vez vencido este obstáculo habremos dado un paso más allá en beneficio de su educación.

19) El perro que huye de casa:

Cuando un perro huye de casa y luego vuelve, no es aconsejable pegarle ni castigarle. El perro sólo asocia y asimila el momento presente, el instante, y relacionará que le castigan porque vuelve. La consecuencia más lógica es que la próxima vez puede ser que ya no vuelva por temor a su reacción. A su llegada es importante exagerar y expresar alegría para que sienta la gratificación de volver al hogar.

20) Evitar los orines incontrolados:

Se trata de una reacción exagerada ante una situación o una persona determinada. No es un problema muy grave ni difícil de solventar. En el caso de que a nuestra llegada, o ante las caricias, el perro se excite y emocione tanto que llegue al extremo de orinarse, actuaremos de la siguiente manera: intentaremos que el perro vea nuestra llegada como algo normal y nada fuera de lo común. Moderaremos nuestros regresos acariciando al perro cuando nos reciba, pero sin hacerle mucho caso; no dejaremos que salte ni que se alborote. Si poco a poco conseguimos que piense que la vuelta es un hecho normal, seguramente no será tan efusivo.

21) Cómo actuar ante una pelea:

Lo más aconsejable es no hacer ningún gesto raro, ni poner las manos cerca de sus cabezas o lomos, ya que podrían dañar a la persona en un gesto de rabia. Siempre se debe intervenir a una distancia prudencial cogiéndolos de la cola y levantándolos hacia arriba; el hecho de perder el equilibrio les hace soltar al “enemigo”. También podemos emplear la correa o lanzarles un objeto que los sorprenda.


Category: 0 comentarios

No hay comentarios:

Publicar un comentario